Recurso natural renovable vs no renovable


La tasa de crecimiento del guayacán real es tan lenta que, para que un árbol adulto pueda llegar a desarrollar un diámetro grande, de al menos unos 40 ó 50 cm, que es apenas un 50% - 60% del tamaño final que puede llegar a desarrollar, se necesitan varios siglos. 

Esta bajísima tasa de crecimiento convierte al guayacán real, para efectos prácticos, en un recurso natural no renovable, ya que no será posible renovarlo en el lapso de una o varias generaciones de seres humanos.  No le es posible a la misma generación que corta un árbol de guayacán real adulto, plenamente desarrollado  -ni siquiera para las generaciones inmediatas a ella-  poderlo reponer con otro árbol adulto de dimensiones similares al cortado.  Esta es exactamente la razón por la cual el guayacán real fue llevado al borde de su extinción.

La zona de Puerto Soley, en Bahía Salinas, posee varios ejemplares adultos de guayacán real. Resulta notorio ver cómo, aquellos árboles que ya han alcanzado diámetros en el orden de unos 30 cm, o más, el crecimiento que puede apreciarse en las décadas recientes es realmente muy pequeño, debido a la lentitud del proceso de crecimiento.  Tomará muchísimo tiempo más para que estos mismos árboles alcancen diámetros en el orden de unos 60 cm o más.

Como consecuencia de esta situación, hoy en día se consideran árboles “adultos” aquellos árboles de guayacán real con diámetros de apenas unos 30 cm, o sea, árboles que escasamente están alcanzando un 40% del tamaño final que pueden llegar a desarrollar con el paso de los siglos.  De ahí que resulte lamentable encontrar –como de hecho se encuentran- referencias del guayacán real clasificándolo como un “arbusto”.

El inventario actual de guayacanes reales está constituido mayoritariamente por árboles jóvenes, así como por adultos jóvenes, constituidos estos últimos por aquellos arbolitos que eran pequeños, y que en consecuencia no valía la pena cortar, cuando el Bosque Tropical Seco fue depredado a mediados del siglo XX.

El hecho de que haya un número creciente de árboles jóvenes es motivo de esperanza, ya que es el único camino que permite evitar la extinción de la especie.  Sin embargo, hemos de tener claro que serán varias generaciones en el futuro las que podrán verlos grandes y desarrollados.