La experiencia de San Lorenzo ha venido a demostrar también que no es necesario esperar cientos de años para disfrutar los beneficios de la siembra de arbolitos de guayacán real.
El guayacán real ha demostrado ser, desde su más joven edad, una planta de gran belleza, consecuentemente, de gran beneficio ornamental. Las formas que desarrollan los arbolitos son muy variadas; realmente es muy placentero ver cómo se van desarrollando, diferenciándose unos de otros. Es un arbolito cuyo cuido realmente entretiene y brinda satisfacción. Y… en cuanto a su floración… ¡realmente un premio por el esfuerzo de su siembra y cuido!
Dado su lento crecimiento, es un arbolito que se puede mantener en maceta por bastantes años, antes de pensar en sembrarlo en un sitio adecuado para que pueda desarrollarse.
Cuando son pequeños, el aspecto del tronco es “corchoso”, y, sus hojas se cierran, “se duermen” al anochecer, abriéndose nuevamente a la mañana siguiente. Conforme va creciendo, la textura del tronco va cambiando, dejando de ser corchosa, y, ¡las hojitas ya no se duermen durante la noche!
El follaje del árbol es muy hermoso, y la floración, con los años, va siendo cada vez más espectacular. Si bien el árbol no pierde las hojas, las flores llegan a cubrirlas en forma importante.
Las primeras floraciones en San Lorenzo fueron obtenidas en el año 2001, con árboles que tenían escasamente 9 años de edad. Sin embargo, fue la floración de la Semana Santa del año 2009 la primera que resultó espectacular.
Prácticamente la totalidad de los árboles de Guayacán real que se han sembrado en San Lorenzo tienen un mismo origen: el milenario MAGÓN. ¡En San Lorenzo hemos acogido, sembrado, y protegido, los hijos de un árbol milenario!